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Os rogamos, hermanos

(Publicado el 3 de diciembre de 2010 en el sitio de la IPNJ Central Pereira)

Por estos días de alegría y felicidad para unos, de recuerdos y nostalgia para otros, de reunión, de fiestas, de compartir, de dar, de descansar, en fin, de tantas cosas, deberíamos, digo, podríamos, meditar un poco sobre nuestros logros y fracasos, sobre nuestras acciones: Dichos y hechos.

Por estos días deberíamos, perdón, podríamos, realizar una o varias acciones, fáciles de hacer, no frecuentes, pero importantes y que pueden ser de gran bendición para nuestros líderes. Junto a Pablo, Silvano y Timoteo: «Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra…» 1 Tesalonicenses 5:12, 13a.

A nuestros líderes, nuestros pastores, misioneros, evangelistas, los salmistas, directores y profesores de escuela dominical, presidentes y demás miembros de las diferentes directivas locales y nacionales y tantas «cabezas» visibles que trabajan para Dios con pasión, entrega, amor y deseo de que Su obra crezca. Pero también los que trabajan en silencio: Aquel que asea y mantiene limpio el salón de reunión o que en la soledad, ante Dios, intercede por cada uno de nosotros o que durante la reunión desempeña las labores «más pequeñas» del servicio, como tomar la ofrenda, recibir a los hermanos y amigos en la puerta o quien brinda un vaso de agua al predicador… Reconocerlos, felicitarlos, animarlos, darles gracias por su labor.

Podríamos hacerlo verbalmente, a través de una carta o si es posible enviarles un correo electrónico. Darles un abrazo, un apretón de manos o si es apropiada una palmadita en la espalda. Invitarlos a tomar un café, una gaseosa o ¿Por qué no? a comer a un restaurante. Sea como sea, lo importante es hacerlo, dar el paso.

Si no lo hacemos no pasará nada, nadie nos dirá nada, no le estaremos haciendo mal a nadie. Pero si lo hacemos, estaremos bendiciendo a alguien que de una u otra forma, también ha bendecido nuestra vida. Dios sonreirá. Él se alegrará. Créanme que dicha acción podría ser una recarga de baterías para muchos.

Los reto y me reto a hacerlo, cuesta muy poco y como lo dijo alguien y lo escribió alguna vez: «Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios». Hebreos 13:16.

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