Allí está Él
(Publicado el 20 de enero de 2011 en el sitio de la IPNJ Central Pereira)
¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; Salmos 8:1.
Desafortunadamente, hemos perdido la capacidad de maravillarnos de lo real, lo verdadero, grande e increíble y en su lugar nos sorprenden las mentiras, las películas, el cine, las fábulas y leyendas.
Recientemente, tuve la oportunidad de viajar a algunos lugares y deleitarme en la creación de Dios. En Risaralda, despertar temprano en la mañana con el canto de las aves, que anuncian un nuevo día, pero que más allá de eso, lo primero que hacen al ver la luz, es glorificar a Dios.
En Quindío, contemplar unas majestuosas montañas, una tras otra, con sus verdes fascinantes y rodeadas de unas palmas gigantes que solamente Alguien muy sabio podría inventar y el arco en las nubes, recordando aquel pacto entre Dios y Noé. ¡Qué hermoso, qué increíble, qué impresionante!
Nomás ayer, esta vez en el Valle del Cauca, entre historias, relatos y hasta chistes, un paisaje sorprendía por su perfección, una montaña, «la más alta, la del pico», ocultaba la cuna de un gran hombre de Dios y sus hermanos… y quien antes nos había calentado bastante con sus impetuosos rayos, ahora tímidamente, dirigido milimétrica y perfectamente por una mano poderosa, se despedía a lo lejos, no sin antes pintar el cielo con una gama de colores amarillos, naranjas y rojos, obra valiosísima, única, inigualable. Un cuadro del Mejor Pintor.
Desde las hormiguitas diminutas, imperceptibles, pero esforzadas, hasta los grandes monstruos terrestres y marinos, en el Polo Norte, en el Polo Sur, en China y en la Patagonia, en el cielo, el sol, la luna y las estrellas, en los lagos, ríos y mares, fenomenales mares, en tu vida, en cada detalle, allí está su mano; allí está Él.
¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra! Salmos 8:9.